domingo, 6 de mayo de 2012

Canciones escolares

En las escuelas públicas de hace medio siglo en Argentina se cantaba todos los días, en las mañanas para subir la bandera, en las tardes para bajarla, durante las clases. Supongo que todavía se canta, porque los cambios del sistema escolar pueden ser tan lentos que tres o cuatro generaciones no alteran demasiado los recursos ni la ideología. No es improbable que se trate de las mismas canciones, aunque ahora la música se reproduzca a partir de grabaciones digitales y amplificadores, mientras que por entonces había que generar la música, bien o mal, entre aquellos que estaban presentes y no disponían de conocimientos ni aptitudes para hacerlo.
Tanto les gustara como si no, los niños eran invitados (obligados) a memorizar las letras y melodías de canciones cuyo sentido, con frecuencia, resultaba inasible. El canto hubiera debido establecer un sentimiento de comunidad entre los niños, lo mismo que el uso del uniforme, pero cabe otra posibilidad de entender la situación, me temo. En tal caso, las canciones escolares imponían visiones burocráticas y jerarquizadas del mundo, puesto que eran cantadas por temor a una sanción de los maestros y sin entender lo que se cantaba. Solo se nos exigía que repitiéramos de memoria, no que comprendiéramos lo que decíamos. En el Himno a Sarmiento la sintaxis no ayudaba demasiado y a pesar de ello cantábamos:
Fue la lucha, tu vida y tu elemento
La fatiga, tu descanso y calma;
La niñez, tu ilusión y tu contento,
La que al darle el saber, le diste el alma.
Con la luz de tu ingenio iluminaste
La razón, en la noche de ignorancia
Por ver grande a la Patria tú luchaste
Con la espada, la pluma y la palabra. (Segundino Navarro y Francisco Collecchia)
No era solo un prócer y fundador de escuelas públicas del pasado, Domingo Faustino Sarmiento, a quien se instalaba en un sitio privilegiado, poco menos que un altar laico, sino a los docentes de muchos años más tarde se proclamaban sus herederos directos y se presentaban bajo una imagen redentora de la niñez, que los beneficiaba notoriamente ante el resto de la sociedad, aunque no les significar económicamente demasiado.
Ellos podían ser desinformados o autoritarios, carentes de ideas propias, pero no se los cuestionaba. El maestro, con frecuencia una mujer, era el superior jerárquico que imponía el orden entre aquellos que necesitaban ese aporte e impartía directivas que no podían ser discutidas por los estudiantes. Ellos transmitían los conocimientos que les indicaban sus superiores, a través de un modelo militarizado de la enseñanza. El canto llegaba para celebrar ese acuerdo forzado de todos los participantes del sistema educativo, puestos en filas y eliminada cualquier improvisación.
Algunas canciones tenían un origen que no permitía prever su llegada a una escuela primaria y las gargantas de los niños, como era el caso Aurora, proveniente de una ópera estrenada en 1908, poco antes del centenario de la independencia. Intento reproducir la letra, tal como la cantábamos (y deformábamos involuntariamente):
Altá en el cieelo un águila guerreera
Audaz se eleeva en vueelo triunfal
Azul un aala del color del cieelo
Azul un aala del color del maaar.
Así en el alta aurora irradial
Punta de flecha el áureo rostro imita
Y forma estela al purpurado cuello,
El ala es paño, el águila es bandera. (Héctor Panizza, Quezada e Illica)
¡Cuántas palabras que hubiéramos debido consultar en el diccionario para entender lo que cantábamos! ¡Qué complejidad sintáctica digna de mejor empeño! Había que cantarla y se cantaba, para eludir una sanción, con todos los ripios y fiorituras que nos causaban tanta risa más tarde, aunque exigiera una destreza vocal que nos resultaba inaccesible y no se entendiera casi nada. Fuera de la escuela, nos burlábamos de la falsedad de todo eso, que no podíamos identificar con el repertorio lírico. Cantar Aurora era tan desubicado como cantar No llores por mí Argentina en la actualidad.
Más próxima a los estudiantes era la marcha Mi bandera, que ayudaba a marcar el paso durante los desfiles del 20 de junio o el 9 de julio:
Aquí está la bandera idolatrada,
La enseña que Belgrano nos legó,
Cuando triste la Patria esclavizada
Con valor, sus vínculos rompio. (Juan Imbroisi y Juan Chassaing)
Esas eran ideas simples, aunque se refirieran a circunstancias tan distantes como los comienzos del siglo XIX. Uno hablaba de la Independencia o de la Colonia como de asuntos familiares, gracias a las elementales lecciones de Historia y Educación Cívica que recibíamos. El origen de los símbolos patrios era uno de esos temas destacados por el programa escolar. A la distancia, veo que no se nos permitía entender la actualidad de los grandes conflictos del pasado. La descripción de la lucha de los fundadores del país contra la metrópoli española de un siglo y medio antes, no se conectaba con la oposición al capitalismo inglés que marcó los primeros años del peronismo.
Los símbolos nacionales se encontraban por encima de todo eso.
Salve, argentina bandera azul y blanca
Girón del cielo donde impera el sol;
Tú la más noble, la más gloriosa y santa
El firmamento su color te dio. (L.Corretjer)
Las metáforas en torno al cielo, las nubes y el sol, indican que el sentimiento patriótico era más decorativo que informado. La Historia se convertía en una sucesión de anécdotas bélicas, que recordaba triunfos viriles y anunciaba una paz sin fronteras para el futuro.
Febo asoma, ya sus rayos
Iluminan el histórico convento,
Tras los muros, sordos ruidos
Oír se dejan de corceles y de acero;
Son las huestes que prepara
San Martín para luchar en San Lorenzo
Y el clarín estridente sonó
Y la voz del gran jefe
A la carga ordenó. (J.C.Benelli y C.A. Silva)
No tengo muchas dudas sobre el objetivo que se buscaba al obligarnos a repetir estos versos. Al cantar, se nos preparaba para aceptar una imagen más que improbable del país, donde se celebraba sin críticas de ningún tipo el pasado heroico y no existía ningún conflicto actual, capaz de turbar la construcción de un único futuro. A mediados del siglo XX, tras el espectáculo de la Segunda Guerra Mundial que había ocurrido tan lejos y dejado tantos beneficios para la autoestima del país, eso era todavía posible de aceptar sin esfuerzo. ¿Cómo se las compusieron los maestros para conservar un repertorio tan alejado de la realidad en décadas posteriores, cuando la violencia interna y la ilegalidad en el poder, causaron tanto daño al país? ¿Cómo resonaban esas canciones? ¿Qué incredulidad e irritación se incubó en los estudiantes que continuaban siendo obligados a reproducirlas?

1 comentario:

  1. te sigo leyendo
    Todos los días se iza la bandera a la mañana y se baja cuando termina la tarea del día a la tarde.
    En algunas escuela se sube o baja en silencio,pero tambien se matiza con recitados o canciones a la bandera-
    Muchas de las canciones que marcas ,se siguen cantando.
    Se le da mucho valor a los actos patrios

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