viernes, 24 de febrero de 2017

De ayer a hoy (III): Nostalgias y rémoras del discurso totalitario


José Félix Uriburu
Después de casi ochenta años de continuidad institucional cuestionable en cuanto a su representatividad, a partir de la caída de Hipólito Yrigoyen, en 1930, la Historia Argentina brinda una sucesión abrumadora de regímenes militares que en cada oportunidad se presentaron ante la opinión pública como Salvadores de la Patria (una Patria que desde mucho antes consideraban suya y no estaban dispuestos a compartir con advenedizos). Rara vez desoyeron ese compromiso. La sociedad civil los habría convocado para defender los intereses de los sectores más tradicionales, aunque para ello debieran realizar un trabajo bastante sucio: trampear la voluntad de las mayorías y en caso de necesidad, exterminar a quienes se les cruzaran en el camino.
Sello postal conmorativo

 
Exponentes de orden y educados en el respeto a las leyes y de las instituciones, hemos asistido atónitos al proceso de desquiciamiento que ha sufrido el país en los últimos años. (…) La inercia y la corrupción administrativa, la ausencia de justicia, la anarquía universitaria, la improvisación y el despilfarro en materia económica y financiera (…) son apenas un pálido reflejo de lo que ha tenido que soportar el país. Al apelar a la fuerza para liberar a la Nación de este régimen ominoso, lo hacemos inspirados en un alto ideal. Los hechos, por otra parte, demostrarán que no nos guía otro propósito que el bien de la Nación. (Teniente General Uriburu: Manifiesto de la Junta Provisional)

El nuevo orden propuesto por Uriburu, requería derogar la Constitución de 1853 y eliminar partidos políticos como el Radicalismo y el Socialismo, que se consideraban corruptos, para organizar un sistema corporativo, inspirado en lo que estaba haciendo el fascismo en Italia. En el nuevo esquema tendrían representación los grandes empresarios, los sindicatos dispuestos a reconciliarse con el capital, y finalmente la Iglesia Católica. Para conseguirlo habría que arrestar y encarcelar a los partidarios de Yrigoyen, deportar a los sindicalistas no nacido en país, convocar elecciones provinciales, que al ser ganadas por la oposición fueron declaradas nulas por el régimen de facto, etc. El voto universal y secreto, de acuerdo a Uriburu, era el causante directo del desorden que el país había padecido.
La Retórica del peronismo, un movimiento político nacido tras la Segunda Guerra Mundial, en un contexto internacional que no tardaría en definirse como la Guerra Fría que enfrentó a los EEUU y la URSS, debía mucho a la tradición populista europea de los años `30. Con una precisión nada irrelevante: aquello que en los `30 estaba bien visto en países como Francia o Gran Bretaña, y era interpretado como una muestra de entusiasmo colectivo de la clase obrera que había logrado mejoras en sus condiciones de vida, gracias a su capacidad para organizarse, a mediados de los `40, durante la resaca del nazismo y el fascismo, en medio de la denuncia de los abusos del estalinismo, podía entenderse como una evidencia corporativa, demagógica y antidemocrática.
Desfile de enfermeras, 1950
Ahí estaba, por ejemplo, la celebración del Primero de Mayo, establecida en 1930 por Hipólito Yrigoyen, que se convirtió en uno de los actos centrales del calendario peronista. En ella participaban trabajadores, estudiantes, fuerzas vivas… que recordaba demasiado a los desfiles de la Plaza Roja del Kremlin o (lo que todavía resultaba más incómodo) las concentraciones multitudinarias de Mussolini o Hitler. Aunque la Tercera Posición aseguraba que la Argentina no se alineaba con el capitalismo ni con el comunismo, la letra del himno que entonaba Hugo del Carril, describía un país laborioso, disciplinado, patriótico, entregado a las tareas enunciadas en los Planes Quinquenales por el único Líder aceptado por el discurso oficial.

Hoy es la Fiesta del Trabajo / unidos por el amor a Dios / al pie de la bandera sacrosanta / juremos defenderla con honor. / Que es nuestro pabellón azul y blanco / sublime expresión de nuestro amor. / Por él, por nuestros padres, por los hijos, / por el hogar que es nuestra tradición. (Cátulo Castillo y Oscar Ivanissevich: Canto al Trabajo)

"Revolución Libertadora", 1955
Una década más tarde, la llamada Revolución Libertadora de 1955 llegaba para interrumpir mediante un nuevo levantamiento militar, el segundo gobierno constitucional del peronismo. Cuando se consideran los hechos, resulta evidente que el eslogan “Ni vencedores, ni vencidos” podía ser atractivo, pero no llegó a convertirse nunca en realidad. La nueva generación de Salvadores de la Patria, no solo expuso la corrupción del régimen depuesto, sin darle la oportunidad de defenderse a sus personeros, sino que se les privó del derecho de participar durante años en la contienda política, se encarceló a opositores y se aplicó la Ley Marcial, fusilando a los compañeros de armas que se habían rebelado contra un régimen de facto. En las escuelas, mientras tanto, se cantaba una descripción idílica de una gesta heroica, que costaba reconciliar con la realidad.

En lo alto la mirada / luchemos por la patria redimida. / El arma sobre el brazo / la voz de la esperanza amanecida. / Que el sol sobre tu frente / alumbre tu coraje, camarada. (…) Y si la muerte quiebra tu vida / al frío de la madrugada / perdurará tu nombre / entre los héroes de la patria amada. (Manuel Rodríguez Ocampo: Marcha de la Libertad)

Libro de lectura de comienzos años `50
Es la visión de un país paralelo al país real, que se muestra solidario para quienes participan en él, pero también inflexible, uniformado tanto en los gestos y vestuario como mentalmente, en el que no parece haber sitio para las desagradables contradicciones que caracterizan a los civiles. La nostalgia por la subordinación, el fantasma del caos social que no tardaría en desencadenarse, reaparecen en la Historia Argentina del siglo XX, durante las después de todo breves etapas en que se respetan las instancias democráticas. Los valores más respetados podrían perderse (o ya se dan por perdidos) con lo que se justifica recurrir a la fuerza para detener ese proceso.
En el curso de los años `60, pero también diez años más tarde y de nuevo hasta no hace mucho, en los muros de las ciudades argentinas aparecían pegados carteles anónimos, que luego fueron convertidos en anuncios que televisión, que preguntaban a los padres algo difícil de responder, entonces y ahora: ¿Sabe usted dónde están sus hijos en este momento? Hoy se piensa en el peligro de las drogas. Aunque los mensajes no estuvieran firmados, se sospechaba de los Servicios de Inteligencia del Estado, menos preocupados por la desintegración de las familias que por la Geopolítica de la Guerra Fría. En los `60, se pensaba en la radicalización ideológica de los jóvenes, que no solo adoptaban modas desconcertantes, como las barbas y los cabellos largos, sino la alternativa de incorporarse a la lucha armada contra las instituciones.
Eran años en los que se creía fácil duplicar el éxito de los insurgentes cubanos, que habían derrocado la dictadura de Fulgencio Batista, y una vez instalados en el poder, desafiaban a sus vecinos capitalistas, apenas a 90 millas de distancia. Era un desafío mítico, que en poco tiempo hubiera debido replicarse por todas partes. Rara vez se ha asistido a una epidemia de optimismo político como esa. La retórica revolucionaria prendió tanto en aquellos que se veían a sí mismos como héroes no inferiores a los de la Independencia, como en aquellos que habían sido entrenados profesional e ideológicamente, para impedir que nada parecido prosperara.
Represión militar años `70
Los cursos de perfeccionamiento de la Escuela de las Américas de Panamá, donde estudiaron Manuel Contreras (Chile), Roberto Eduardo Viola y Leopoldo Fortunato Galtieri (Argentina), Hugo Banzer (Bolivia), Vladimiro Montesinos (Perú) o Manuel Antonio Noriega (Panamá) entre otros uniformados, dejaron una larga secuela de represión en todo el continente. En 1976, los propulsores de un nuevo golpe militar  en Argentina, declaraban que nada había sido más doloroso para ellos, que quebrar la continuidad del régimen constitucional. Si lo hacían, afirmaban, era porque se veían forzados por circunstancias sobre las cuales no tenían la menor responsabilidad. Por lo tanto, iban a sacrificarse en nombre de principios que estaban fuera de toda discusión. Planteaban casi las mismas ideas de 1930, utilizando un vocabulario y una sintaxis similares:

Agotadas todas las instancias de mecanismo constitucionales, superada la posibilidad de rectificaciones dentro del marco de las instituciones y demostrada en forma irrefutable la imposibilidad de la recuperación del proceso por vías naturales, llega a su término una situación que agravia a la Nación y compromete su futuro. (…) Las Fuerzas Armadas, en cumplimiento de una obligación irrenunciable, han asumido la conducción del Estado. Una obligación que surge de serenas meditaciones sobre las consecuencias irreparables que podía tener sobre el destino de la Nación una actitud distinta a la adoptada. (Jorge Rafael Videla, Emilio Eduardo Massera, Orlando Ramón Agosti: Programa del 24 de marzo de 1976)

Manifestación de Abuelas de Plaza de Mayo, 1980
Los salvadores de la Patria podían ser civiles ultraconservadores y militares retirados, que se identificaban como nacionalistas católicos (y preconciliares). Ellos publicaban revistas que les permitían alentar las convicciones de sus seguidores. En 1983, a pocas semanas de instalado un gobierno democrático en Argentina, tras años de una dictadura militar ominosa, los sectores desplazados por la voluntad popular necesitaban elaborar la imagen de una nación amenazada por la modernidad (y el mundo civil que los había derrotado en las urnas) como si confiaran en tapar indefinidamente el sol con un dedo.

[El Presidente] Alfonsín está a medio camino entre el izquierdista rabioso, que sospecha que algo hay que cambiar, y el izquierdista europeo, que sabe que entre Estados Unidos y Rusia y algunos elementos posconciliares se está edificando una nueva legitimidad, esa de los derechos humanos, de la permisividad, del destape y del pluralismo. Alfonsín, que reúne en su lo peor de nuestra historia, nos traerá la civilización (…) que quiere decir modernización, esto es: desacralización y desorden. (Editorial de Cabildo: Los “rebusques” de la izquierda criolla)

George Orwell: Rebelión la Granja
Debo haber leído Rebelión en la Granja, la sátira de George Orwell por primera vez durante la adolescencia, desconcertado por la apariencia pueril, de fábula ilustrada que presentaba el texto, como si estuviera destinado a lectores infantiles, una situación que sin embargo me obligaba a investigar complejos referentes históricos recientes que yo desconocía (por ejemplo, las luchas por el poder en la Unión Soviética desde los años `20) y me ofrecía un modelo perturbador para entender la maquinaria propagandística del peronismo de entonces (algo que Orwell no podía sospechar que ocurriera tan lejos, al mismo tiempo que él escribía).

El resultado de predicar doctrinas totalitarias es debilitar el instinto por medio del cual los pueblos libres saben lo que es o no es peligroso. (George Orwell: Rebelón en la Granja)

Guerra de las Malvinas: Portada de Gente, 1982
La capacidad colectiva para detectar las tendencias totalitarias y aislarlas a tiempo, de manera tal que no causen demasiado daño a la sociedad, no parece haberse afianzado en Argentina, a pesar de las experiencias dolorosísimas acumuladas durante el siglo XX y lo que lleva del XXI. Más bien, podría haber sucedido lo contrario. Que no se impusiera un manto de olvido sobre la represión, era el reclamo de las organizaciones defensoras de los Derechos Humanos en 1980. Que la memoria no fuera selectiva y eclipsara todo aquello que pudiera plantear contradicciones a la visión del mundo que finalmente se impuso, es otro reclamo, tal vez menos atractivo.
Un fenómeno de desensibilización se ha ido definiendo en los sectores más opuestos de la sociedad nacional. El clientelismo se ha vuelto un derecho adquirido, cuyo ejercicio se reclama sin pudor, en lugar de ser mostrado como una deformación de la democracia. La corrupción, que viene desde los tiempos de la colonia y fue adaptándose a las modas y mentalidades más opuestas, no tiene suficientes adversarios que la detengan. La búsqueda del placer inmediato, paralelo al desprestigio del trabajo y todo aquello que requiera esfuerzo, autoriza cualquier decisión. Tras haber perdido la fe en las instituciones, los jóvenes pueden ver hoy como válida la posibilidad de ejercer justicia por mano propia. Crece el armamento en poder de ciudadanos comunes, que al portarlo confían defenderse de ataques cada vez más violentos, o aprovechan la oportunidad de hacer valer la Ley de la Selva. Cualquier grupo humano capaz de organizarse, toma por rehén al resto de la comunidad, con el objeto de hacer más atendibles sus puntos de vista. Las redes sociales se han convertido en el espacio propicio para mentir o agredir a quien se cruce en el camino. La lucha por el poder se ha generalizado y liberado de reglas. En cuanto al discurso altisonante (o seductor, de acuerdo a la perspectiva de quien lo oiga) de los nuevos Salvadores de la Patria, eso no ha cambiado tanto y no cuesta reconocer lo que omite decir, hoy o ayer.

miércoles, 15 de febrero de 2017

De ayer a hoy (II): Tapar el sol con un dedo y reinventar la realidad



En mi línea de trabajo, tienes que seguir repitiendo las cosas una vez y otra, para que la verdad penetre, en una especie de catapulta de propaganda. (George W. Busch)

Fanny Navarro en anuncio de jabón Lux
Siempre resulta infructuoso, de acuerdo a la sabiduría popular el proyecto de tapar el sol con un dedo. Quienes lo intentan van a fracasar más temprano que tarde, pero entretanto no encuentran nada mejor para defender sus puntos de vista y eso les asegura no pocas ventajas a corto plazo, que es todo lo que suele importarles. Afirmar, como la publicidad de mediados del siglo XX, que nueve de cada diez estrellas de cine usaban el jabón Lux, era indemostrable, pero también era imposible de rebatir. ¿Dónde estaban las evidencias en un sentido u otro? Lo mismo podía decirse de “Mejor mejora Mejoral” o “Coca-Cola refresca mejor”. Después de repetirse (inalterados) en la prensa gráfica y la radio, estos slogans eran aceptados como ciertos o al menos desalentaban cualquier intento de discutirlos, porque no se los modificaría. La publicidad no estaba sola en esa tentativa de reinventar la realidad para utilizarla en su beneficio.
Botón Eisenshower
El discurso político intentaba lo mismo a mediados del siglo XX. El lingüista Roman Jakobson analizó en los EEUU de entonces, la eficacia del slogan creado para la campaña presidencial de 1952 de Dwight Eisenhower (I like Ike) basado no tanto en la aprobación que pudiera suscitar el historial del candidato, como en la triple repetición (aliteración, de acuerdo a la Retórica) del fonema /ai/. Se trata de un mecanismo carente de contenido, que sin embargo permite memorizar el nombre y crear una ilusoria sensación de familiaridad con el personaje: si se lo puede llamar por el apodo, si la propuesta se canta en un jingle de la televisión, ¿cómo evitar percibir a Eisenhower como alguien cercano, confiable, digno de ser votado?
Afiche nacionalización FFCC
Raúl Apold, Subsecretario de Informaciones y Prensa de los dos primeros gobiernos peronistas, acuñó el slogan “Perón cumple, Evita dignifica”, reproducido incansablemente durante una década, que no puede ser evaluado como una falacia, porque se trata más bien de un paralelismo retórico, donde se sugiere la complementación ideal, carente de conflictos y sin embargo jerarquizada, no redundante, entre dos personajes y dos competencias distintas. Lo novedoso para la época, es que la mujer fuera incluida a la par del marido. No estaba al margen del hombre público, pero tampoco tenía prioridad sobre él.
La brevedad del enunciado dejaba librada al receptor la responsabilidad de aplicarlo a la realidad (¿qué promesas cumpliría Perón, qué situaciones oprobiosas dignificaría Evita?) sin comprometer la credibilidad del emisor, que implícitamente reclamaba la aceptación de su discurso. No hace falta incluir a nadie más, ajeno a la pareja, alguien que posteriormente pudiera adquirir demasiada relevancia propia (y estorbar) o convertirse en un traidor. Otros slogans atribuidos a Apold fueron: “En la Nueva Argentina los únicos privilegiados son los niños”, “Evita, la abanderada de los humildes” e incluso la frase que todas las radios repetían diariamente: “20:25, hora en que Eva Perón pasó a la inmortalidad” (cuando en la realidad había ocurrido a las 20:23, un dato que se juzgó más difícil de recordar).
Héctor J.Cartier: Retrato de Eva Perón
Apold lograba destacar los datos que favorecían al régimen que servía y ocultar aquellos que podían desgastarlo. Él retiró en 1948 todas las fotos de Eva Duarte previas a su encuentro con Perón (donde aparecía con otro color de pelo, otros peinados y vestuario) para dejar en pie la imagen resplandeciente, perfecta, vestida por Christian Dior y retratada por mi maestro, Héctor Cartier, el ícono que iba a recibir la posteridad. Apold concibió la idea de organizar la Fundación Eva Perón y su imponente actividad benéfica. En 1952, él fue encargado de informar a los medios sobre una ilusoria mejoría de salud de Eva Perón, y luego quien organizó su funeral espectacular, filmado en Technicolor por un equipo de la 20th Century Fox contratado en los EEUU.
La televisión no había desarrollado aún el formidable acompañamiento persuasivo de la audiencia nacional que adquirió más tarde, pero el cine ofrecía desde sus inicios simulacros de la realidad altamente verosímiles, que solicitaban ser aceptados sin cuestionamientos. Barrio Gris, la película de Mario Soffici, comenzaba estableciendo un paralelo entre la feliz Nueva Argentina del presente, donde los niños jugaban en plazas construidas para ellos, y el país del cohecho y la miseria que había sido superado definitivamente. Las aguas bajan turbias, de Hugo del Carril, producida a pesar de la oposición de Apold al autor de la novela, encarcelado por comunista, se ambientaba en un pasado de explotación e injusticia, en las plantaciones de yerba mate del norte del país, con una pareja protagónica que en el final escapaba en una balsa de la masacre, no solo hacia el sur, sino hacia el futuro de Justicia Social prometido por el peronismo.
El régimen ejerció un enorme presión sobre la industria cinematográfica, a la que concedía o negaba los permisos para importar película virgen, mientras le aseguraba exhibición obligatoria en las salas o le imponía las listas de negras de artistas nacionales como Ulyses Petit de Murat, Libertad Lamarque, Francisco Petrone, Delia Garcés, Arturo García Buhr o Niní Marshall, a quienes por distintos motivo se les negaba la posibilidad de trabajar en el país y se vieron obligados a emigrar (tal como le sucedió treinta años más tarde Norma Aleandro, Nacha Guevara, Héctor Alterio, Mercedes Sosa, Antonio Berni y otros integrantes de las listas negras de los militares).
La industria del cine no se rebelaba contra estas presiones, pero tampoco dejaba satisfecho al régimen peronista. Los melodramas y las comedias costumbristas no denunciaban los conflictos de la sociedad y soslayaban la propaganda política. Las notas del noticiario Sucesos Argentinos podían ser esquemáticas y breves, pero esas limitaciones inocultables les permitían respetar las directivas oficiales y llegar todas las semanas a la audiencia. La recepción que se daba a los noticieros en la oscuridad de las salas de cine era otra cosa. El abucheo de algunos espectadores, se combinaba con los aplausos de otros, cuando la pantalla mostraba a las figuras destacadas del gobierno, sonriendo en sempiternas inauguraciones, mientras los acomodadores intentaban calmar el desorden con el haz de luz de sus linternas. La brecha ideológica de la que tanto se habló medios siglo después. ya se estaba manifestando de manera inequívoca.
Libro de lectura de enseñanza primaria (años `40)
Los medios audiovisuales otorgan una ilusión de inmediatez y familiaridad, que facilita el aislamiento de los receptores, para volverlos dependientes de unos pocos emisores distantes e inalcanzables. ¡Cuántas evidencias (y qué amenazantes) se han acumulado sobre esos mecanismos de manipulación en la cultura de la modernidad! Las tendencias al control de la mente de los individuos que estaban perfectamente definidas hace un siglo, no se han debilitado en la actualidad. Más bien ha ocurrido lo contrario, porque los medios que se disponen hoy para seducir a millones de personas que no se oponen a ser seducidas, son cada vez más eficaces.
Prisioneros de campo de concentración nazi
Para los fanáticos del nazismo, el Holocausto de la Segunda Guerra Mundial habría sido una invención de los judíos para descreditar a los alemanes. Hay quienes se encuentran convencidos hasta la fecha de que el hombre nunca llegó a la Luna y todo lo que presenciaron en directo millones de telespectadores en 1969, no pasó de ser un filme de efectos especiales elaborado en un estudios de Hollywood. Hay quienes se encuentran convencidos de que un OVNI aterrizó en 1947 en Roswell, y hasta la fecha el Pentágono ha insistido en ocultarlo, quién sabe por qué.
Hay quienes sostienen que Carlos Gardel no murió en Medellín, que Adolf Hitler huyó con Eva Braun hacia Sudamérica, mientras el mundo lo creía suicidado e incinerado en Berlin; que Elvis Presley adoptó el nombre de John Burrows y escapó hacia Buenos Aires cuando se difundía la noticia de su muerte; que Michael Jackson asistió a su propio funeral disfrazado de mujer. Las muertes de Marilyn Monroe y Diana de Gales, no serían un suicidio y un accidente respectivamente, sino crímenes encubiertos por los servicios secretos. Discutir con los sostenedores de esas ideas no vale la pena, porque ellos tienen preparadas las respuestas para todas las evidencias que se opongan a sus hipótesis y contemplan hasta con lástima a los incrédulos que no comparten su precioso conocimiento.

Los jefes totalitarios de masas basaron su propaganda en la correcta suposición psicológica de que (…) uno podía hacer creer a la gente las más fantásticas declaraciones y confiar en que, si al día siguiente recibía prueba irrefutable de su falsedad, esa misma gente se refugiaría en el cinismo. En lugar de abandonar a los líderes que le habían mentido, aseguraría que siempre había creído que tal declaración era una mentira y admiraría a los líderes por su superior habilidad táctica. (Hannah Arendt: Los orígenes del totalitarismo)

domingo, 12 de febrero de 2017

De ayer a hoy (I): Noticias falsas y posverdades


Donald Trump
Al acceder Donald Trump a la Presidencia de los EEUU, comenzó a quejarse por las noticias falsas (fake news) que intentaban perjudicarlo, aunque en otros casos habría sido beneficiado por ellas, como sucedió con la nada creíble información de que el Papa Francisco apoyaba su candidatura. Simultáneamente se hablaba de posverdades (de acuerdo a quienes critican el discurso de Trump). 
Internet parece brindar espacio para todo aquello que se aparta de la objetividad en la información. Deslegitimar el gobierno de Barack Obama, haciendo correr el dato de que no era norteamericano de nacimiento, o justificar la invasión a Irak, años antes, por la indemostrable capacidad de producción de armamento atómico que se atribuía al régimen de Sadam Hussein, son situaciones indicadoras de que las noticias falsas de hoy son parte fundamental de la guerra psicológica en curso, cuyas consecuencias pueden ser tan graves para la humanidad como aquellas de la guerra convencional.
Operación Colombo

¿Alguien quiere alegar que la marihuana es diez veces menos peligrosa que el alcohol y el tabaco? No encontrará mayores obstáculos para publicarlo y afirmar que el dato proviene de alguna revista científica inexistente (o tal vez real, que sin embargo nunca respaldó eso). Durante los años `70, los organismos represivos de la dictadura chilena, apoyados por la prensa nacional, incluyeron acciones tan ingeniosas como la Operación Colombo, que inventó una revista brasileña donde daba cuenta de la muerte, en el curso de enfrentamientos internos entre militantes de izquierda, de quienes en realidad eran 119 detenidos-desaparecidos en su propia patria.
Cuando se vuelve difícil verificar un dato, la falsificación prospera. Hoy se trata de embaucar a miles de usuarios de las redes sociales, convirtiéndolos en difusores irresponsables de datos que los impresionan por distintos motivos, pero cuyo origen e intención desconocen. Tal vez reciclan un mito urbano que circula desde hace tiempo. Tal vez los emitieron adolescentes de los Balcanes, como parte de un juego o alentados y retribuidos por clientes imposibles de localizar. Tal vez provienen de los especialistas que trabajan en los servicios de inteligencia de países europeos.
Noticias falsas son las nuevas armas de destrucción masiva. (Derrick Broze)

La novedad aparente de estos fenómenos de información falsa, no es tanta como puede suponerse. Las noticias sin fundamento, aparentan referirse a la realidad, pero solo son una modalidad tradicional de la propaganda política. Antes circulaba boca a boca o se disimulaba en la prensa escrita. Hoy adquieren protagonismo gracias a las comunicaciones masivas, y demuestran ser capaces de llegar en poco tiempo a una audiencia multitudinaria, que se encuentra predispuesta a aceptarlas, dado que está desacostumbrada a analizar si los datos que se le brindan se corresponden o no con la verdad.
Frederic Remington: ilustración de prensa
William Randolph Hearst y Joseph Pulitzer,  magnates de la prensa sensacionalista norteamericana de los últimos años del siglo XIX, competían entre ellos para obtener el favor de miles de lectores. En la búsqueda de material atractivo para la primera plana de sus publicaciones, inventaban noticias falsas impactantes, como la humillación sufrida por Clemencia Arango, una joven acusada de servir de correo a los patriotas cubanos que residían en New York, durante la guerra de Independencia de Cuba. Arango habría sido desnudada y revisada por los funcionarios españoles en un barco norteamericano, de acuerdo a la prensa que lo denunciaba, sin aportar otras pruebas que un excitante dibujo de Frederic Remington. Inútil fue que la mujer testificara que nada de eso había sucedido. La indignación antiespañola que se había estimulado, no debía desaparecer tan pronto, de acuerdo a los intereses de la prensa. Remington le escribía desde Cuba a Hearst, su patrón, que allí no pasaba nada y deseaba regresar. La respuesta que obtuvo ha quedado como un clásico de la lógica capitalista:

Por favor, manténgase allí. Usted proporcione las imágenes y yo proporcionaré la guerra. (William Randolph Hearst)

Explosión del Maine en prensa contemporánea
La realidad percibida por los lectores o espectadores de los medios masivos, puede ser manipulada y lo es desde hace tiempo. La explosión del acorazado Maine, enviado a La Habana para proteger los intereses de ciudadanos norteamericanos llegó en el momento oportuno. El hundimiento del barco y la muerte de 266 hombres se presentaron como la consecuencia de una mina española detonada a distancia, justificando la intervención de los EEUU en la guerra por la independencia que enfrentaba por entonces a Cuba y España. Al avivar el sentimiento antiespañol con una noticia falsa (la explosión fue causada por un accidente en el interior del barco) la prensa precipitó la intervención del gobierno norteamericano, que había intentado eludir esa acción, pero al verla reclamada por la opinión pública, no desaprovechó la oportunidad de anexarse territorios coloniales españoles como Puerto Rico y Filipinas. Mientras tanto, los diarios incrementaban sus ventas con la espectacular (no por ello verídica) recreación de los hechos.
Invasión alemana a Bélgica
Durante la Primera Guerra Mundial, la prensa inglesa y norteamericana publicaba historias atroces de enfermeras violadas, de mutilaciones y asesinatos de niños por los soldados alemanes. De nuevo, ¿cómo no indignarse y ponerse del lado de los agredidos? Las historias de dirigentes comunistas que secuestraban niños, con el objeto de criarlos fuera de los principios morales de sus padres, que se difundieron durante la Guerra Fría, no diferían demasiado de ese esquema tendencioso. Un historiador inglés había definido las características de ese discurso que se dirigía tanto hacia el enemigo externo, que debía ser disuadido de atacar, como hacia el aliado interno, que debía ser estimulado para que no se desmoralizara y estuviera deseoso de agredir (dos estrategias referidas al manejo de conflictos que continúan vigentes en la actualidad).

1.     Nosotros no queremos la guerra.
2.     El enemigo es el único responsable de la guerra.
3.     El enemigo es execrable.
4.     Nosotros pretendemos nobles fines.
5.     El enemigo comete atrocidades voluntariamente. Lo nuestro son errores involuntarios.
6.     El enemigo utiliza armas no autorizadas.
7.     Nosotros sufrimos pocas pérdidas. Las pérdidas del enemigo son enormes.
8.     Los artistas e intelectuales apoyan nuestra causa.
9.     Nuestra causa tiene un carácter sagrado, divino o sublime.
10.  Los que ponen en duda la propaganda de guerra son unos traidores. (Arthur Ponsoby: Decálogo de la propaganda de guerra)

Rosa de Tokyo
Durante la Segunda Guerra Mundial, los japoneses enfrentados a los norteamericanos, utilizaron los servicios de Ikuko Toguri, una joven norteamericana de ancestros nipones, a quien se presentaba como la Rosa de Tokyo, para animar programas radiales destinados a los soldados norteamericanos, que incluían música popular y mensajes nada espontáneos de prisioneros a sus parientes. El objeto era desmoralizar a las tropas enemigas con una voz seductora que alentaba a entregarse y testimonios pautados por el enemigo. Desinformación y entretenimiento: esa era la fórmula que sustituía a la anterior, de adoctrinamiento puro y simple, que resultaba monótono y finalmente era rechazado.
Lo emocionante, lo espectacular, lo fácil de recordar, importa en los medios más que lo cierto, lo demostrable, en la era de las redes sociales, alimentadas por no importa quién, con no importa qué tipo de noticia falsa, atrae, escandaliza, confirma la opinión del receptor respecto de personajes notorios de la actualidad. Como complemento de ese persistente adoctrinamiento, que por sí mismo resulta alarmante, la posverdad (post-truth) describiría el escaso efecto que tienen hoy sobre la opinión dominante los hechos demostrables que se oponen a los prejuicios de la gente desinformada.
Barry Levinson: Wag the dog
Un filme de Hollywood, Wag the dog (1997) de Barry Levinson, se presenta como una sátira del inmenso poder que dispone la Casa Blanca, mediante un procedimiento habitual en el género: la creación de un mundo paralelo, en el que el Presidente norteamericano de entonces no aparece nunca en la pantalla y es reemplazado por un personaje que hace lo que él hubiera hecho, sin arriesgar una demanda judicial a los productores.    
Un Presidente cuya imagen pública ha sido dañada por un escándalo sexual (el filme se realiza poco antes de la aparición de Monica Lewinsky, denunciando su relación ocasional con Bill Clinton) convoca a sus colaboradores para que inventen una guerra por la defensa de la democracia en Albania. El equipo de asesores llega de la industria audiovisual más refinada del planeta y se encarga a inventar los testimonios conmovedores (también ficticios) gracias a los cuales la opinión pública, medida por los mismos instrumentos que utiliza el marketing comercial, validarán una intervención militar en Albania, que a su vez reforzará el prestigio deteriorado del mandatario ante sus electores. La realidad no importa demasiado, puesto que puede ser fabricada por los medios.
El siglo XX estuvo poblado por demagogos que no llegaron de otros planetas, como repetidamente anunciaba el cine de ciencia-ficción, en su afán de simplificar hasta la caricatura la interpretación de una realidad temible, porque alcanzaron el poder gracias a la confianza que depositaron en ellos los electores, o la falta de resistencia manifestada por los ciudadanos que pudieron oponerse cuando ellos asaltaron el poder. Adolf Hitler convenció a los alemanes de que los comunistas habían incendiado el Parlamento, que las humillaciones experimentadas desde que Alemania fuera derrotada en la Primera Guerra Mundial y la inflación galopante de la República de Weimar, se debían a una conjura de los judíos, denunciada a comienzos del siglo XX, en la Rusia zarista y probablemente por la policía del régimen, en Los Protocolos de los Sabios de Sion, por lo que exterminar a varios millones de ellos permitiría acceder a una nueva era de bienestar y orden (el Tercer Reich) que habría de durar no menos de un milenio, aunque la realidad le otorgó solo doce años de existencia.
Adolf Hitler en convención nazi
Visto desde la actualidad, cuesta entender que tal cúmulo de inexactitudes permitiera consolidar un régimen que tuvo el apoyo de millones de ciudadanos bien educados, de uno de los países más desarrollados del planeta y los llevara a cometer crímenes atroces, que incluyeron el sacrificio de los mismos ciudadanos que. Había ocurrido en África, en Asia, en Latino América, pero que se diera en la culta Europa… desarmaba todas las ideas preconcebidas de los contemporáneos.
Hanna Arendt analizó la relación paradojal que se da entre lo que se imagina y lo que se experimenta, en un texto clásico de la segunda posguerra:

Las masas modernas no creen en nada visible, en la realidad de su propia experiencia; no confían en sus ojos ni en sus oídos, sino en sus imaginaciones. (…) Lo que convence a las masas no son los hechos, ni siquiera los hechos inventados, sino solo la consistencia del sistema del que son presumiblemente parte. (Hanna Arendt: Los orígenes del totalitarismo)

Campo de concentración Segunda Guerra Mundial
Solo hace falta mentir sistemática, reiteradamente, siguiendo un mismo patrón, como declaró el jerarca nazi Joseph Goebbels, para que la mentira termine por ser aceptada. Los nuevos medios de comunicación que se desarrollaron durante el siglo XX, facilitaron esa tarea de adoctrinamiento a los líderes políticos y religiosos. Desde los años `20, la radio llegaba hasta los últimos rincones de un país, y traspasaba las fronteras de los países vecinos, para difundir el mismo discurso y poner obstáculos a cualquier intento de respuesta de los destinatarios.  El auditor era el verdadero “amigo invisible” a quien se dirigía Eugenio Félix Miletti, locutor de Radio El Mundo desde los años `30 a los `60. Cualquiera que tomara posesión de un micrófono radial gozaba de las mismas ventajas. Ese auditor inaudible, silenciado, estaba recibiendo información y no le informaba que también pudiera hacerse oír.

Nada resulta tan sorprendente a los que observan los asuntos humanos con mirada filosófica, que la facilidad con unos pocos gobiernan a muchos. Y la docilidad implícita con que los hombres someten sus propios sentimientos y pasiones a los de sus gobernantes. Si indagamos cómo se produce este milagro, descubriremos que los gobernantes no tienen nada que les sostenga, excepto la opinión pública. (…) Esta máxima se aplica tanto a los gobiernos más despóticos y militares, como a los más libres y populares. (David Hume: Tratado de la naturaleza humana)

En el 2016, el FBI norteamericano tardó demasiado en detectar y denunciar a los hackers que difundían información opuesta a la candidatura de Hillary Clinton y beneficiaban a la de Donald Trump. Las redes sociales dudaron bastante en cerrar las cuentas que difundían información tendenciosa, porque habían alimentado la hipótesis de un espacio en el que se gozaba de libertad para plantear lo que se deseara. Muchos usuarios de los medios afirman no creer en nada de lo que aparece en los mismos medios que frecuentan. Su escepticismo, sin embargo, no los ayuda a detectar las falsificaciones a las que se encuentran expuestos, y más bien se abandonan a lo que se vaya apareciendo en los medios. Todavía son más aquellos usuarios que se encuentran convencidos de no tener que esforzarse  para desentrañar la verdad, porque les pertenece.

El ignorante afirma, el sabio duda, el prudente reflexiona. (Aristóteles)