En mi línea de trabajo, tienes que seguir repitiendo las cosas
una vez y otra, para que la verdad penetre, en una especie de catapulta de
propaganda. (George W. Busch)
Fanny Navarro en anuncio de jabón Lux |
Botón Eisenshower |
El discurso político intentaba lo mismo a mediados
del siglo XX. El lingüista Roman Jakobson analizó en los EEUU de entonces, la
eficacia del slogan creado para la
campaña presidencial de 1952 de Dwight Eisenhower (I like Ike) basado no tanto en la aprobación que pudiera suscitar
el historial del candidato, como en la triple repetición (aliteración, de
acuerdo a la Retórica) del fonema /ai/. Se trata de un mecanismo carente de
contenido, que sin embargo permite memorizar el nombre y crear una ilusoria
sensación de familiaridad con el personaje: si se lo puede llamar por el apodo,
si la propuesta se canta en un jingle
de la televisión, ¿cómo evitar percibir a Eisenhower como alguien cercano,
confiable, digno de ser votado?
Afiche nacionalización FFCC |
La brevedad del enunciado dejaba librada al receptor
la responsabilidad de aplicarlo a la realidad (¿qué promesas cumpliría Perón,
qué situaciones oprobiosas dignificaría Evita?) sin comprometer la credibilidad
del emisor, que implícitamente reclamaba la aceptación de su discurso. No hace
falta incluir a nadie más, ajeno a la pareja, alguien que posteriormente pudiera
adquirir demasiada relevancia propia (y estorbar) o convertirse en un traidor. Otros
slogans atribuidos a Apold fueron:
“En la Nueva Argentina los únicos privilegiados son los niños”, “Evita, la
abanderada de los humildes” e incluso la frase que todas las radios repetían
diariamente: “20:25, hora en que Eva Perón pasó a la inmortalidad” (cuando en
la realidad había ocurrido a las 20:23, un dato que se juzgó más difícil de
recordar).
Héctor J.Cartier: Retrato de Eva Perón |
Apold lograba destacar los datos que favorecían al
régimen que servía y ocultar aquellos que podían desgastarlo. Él retiró en 1948
todas las fotos de Eva Duarte previas a su encuentro con Perón (donde aparecía con
otro color de pelo, otros peinados y vestuario) para dejar en pie la imagen
resplandeciente, perfecta, vestida por Christian Dior y retratada por mi
maestro, Héctor Cartier, el ícono que iba a recibir la posteridad. Apold
concibió la idea de organizar la Fundación Eva Perón y su imponente actividad
benéfica. En 1952, él fue encargado de informar a los medios sobre una ilusoria
mejoría de salud de Eva Perón, y luego quien organizó su funeral espectacular,
filmado en Technicolor por un equipo de la 20th Century Fox contratado en los
EEUU.
La televisión no había desarrollado aún el
formidable acompañamiento persuasivo de la audiencia nacional que adquirió más
tarde, pero el cine ofrecía desde sus inicios simulacros de la realidad
altamente verosímiles, que solicitaban ser aceptados sin cuestionamientos. Barrio Gris, la película de Mario
Soffici, comenzaba estableciendo un paralelo entre la feliz Nueva Argentina del
presente, donde los niños jugaban en plazas construidas para ellos, y el país
del cohecho y la miseria que había sido superado definitivamente. Las aguas bajan turbias, de Hugo del
Carril, producida a pesar de la oposición de Apold al autor de la novela,
encarcelado por comunista, se ambientaba en un pasado de explotación e
injusticia, en las plantaciones de yerba mate del norte del país, con una
pareja protagónica que en el final escapaba en una balsa de la masacre, no solo
hacia el sur, sino hacia el futuro de Justicia Social prometido por el
peronismo.
El régimen ejerció un enorme presión sobre la
industria cinematográfica, a la que concedía o negaba los permisos para
importar película virgen, mientras le aseguraba exhibición obligatoria en las
salas o le imponía las listas de negras de artistas nacionales como Ulyses
Petit de Murat, Libertad Lamarque, Francisco Petrone, Delia Garcés, Arturo
García Buhr o Niní Marshall, a quienes por distintos motivo se les negaba la
posibilidad de trabajar en el país y se vieron obligados a emigrar (tal como le
sucedió treinta años más tarde Norma Aleandro, Nacha Guevara, Héctor Alterio,
Mercedes Sosa, Antonio Berni y otros integrantes de las listas negras de los
militares).
La industria del cine no se rebelaba contra estas
presiones, pero tampoco dejaba satisfecho al régimen peronista. Los melodramas
y las comedias costumbristas no denunciaban los conflictos de la sociedad y
soslayaban la propaganda política. Las notas del noticiario Sucesos Argentinos
podían ser esquemáticas y breves, pero esas limitaciones inocultables les
permitían respetar las directivas oficiales y llegar todas las semanas a la
audiencia. La recepción que se daba a los noticieros en la oscuridad de las
salas de cine era otra cosa. El abucheo de algunos espectadores, se combinaba
con los aplausos de otros, cuando la pantalla mostraba a las figuras destacadas
del gobierno, sonriendo en sempiternas inauguraciones, mientras los
acomodadores intentaban calmar el desorden con el haz de luz de sus linternas.
La brecha ideológica de la que tanto se habló medios siglo después. ya se
estaba manifestando de manera inequívoca.
Libro de lectura de enseñanza primaria (años `40) |
Los medios audiovisuales otorgan una ilusión de
inmediatez y familiaridad, que facilita el aislamiento de los receptores, para
volverlos dependientes de unos pocos emisores distantes e inalcanzables. ¡Cuántas
evidencias (y qué amenazantes) se han acumulado sobre esos mecanismos de
manipulación en la cultura de la modernidad! Las tendencias al control de la
mente de los individuos que estaban perfectamente definidas hace un siglo, no
se han debilitado en la actualidad. Más bien ha ocurrido lo contrario, porque
los medios que se disponen hoy para seducir a millones de personas que no se
oponen a ser seducidas, son cada vez más eficaces.
Prisioneros de campo de concentración nazi |
Hay quienes sostienen que Carlos Gardel no murió en
Medellín, que Adolf Hitler huyó con Eva Braun hacia Sudamérica, mientras el
mundo lo creía suicidado e incinerado en Berlin; que Elvis Presley adoptó el
nombre de John Burrows y escapó hacia Buenos Aires cuando se difundía la
noticia de su muerte; que Michael Jackson asistió a su propio funeral disfrazado
de mujer. Las muertes de Marilyn Monroe y Diana de Gales, no serían un suicidio
y un accidente respectivamente, sino crímenes encubiertos por los servicios
secretos. Discutir con los sostenedores de esas ideas no vale la pena, porque
ellos tienen preparadas las respuestas para todas las evidencias que se opongan
a sus hipótesis y contemplan hasta con lástima a los incrédulos que no
comparten su precioso conocimiento.
Los jefes totalitarios de masas basaron su propaganda en la
correcta suposición psicológica de que (…) uno podía hacer creer a la gente las
más fantásticas declaraciones y confiar en que, si al día siguiente recibía
prueba irrefutable de su falsedad, esa misma gente se refugiaría en el cinismo.
En lugar de abandonar a los líderes que le habían mentido, aseguraría que
siempre había creído que tal declaración era una mentira y admiraría a los
líderes por su superior habilidad táctica. (Hannah Arendt: Los orígenes del
totalitarismo)
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