jueves, 17 de junio de 2010

Introducción

Antonio Berni: pintura
No, no es el azar lo que me ha traído a este lugar que ocupo, a esta vida que llevo. (Ricardo Piglia: Prisión perpetua)

No sé cómo llegué a esta edad, que a veces olvido por un rato, para que más tarde el espejo, los dolores de huesos o la mirada ajena me obliguen a recordarla. No lo planifiqué, tampoco lo creí posible, ni me pareció necesario experimentarla cuando era un adolescente, que trataba de imaginar el futuro y retrocedía ante la desmesura de aquello que ni siquiera se había concretado, pero aquí estoy, todavía activo y con planes de seguir en este mundo, explorando las sorpresas e incoherencias del siglo XXI, a pesar de que nací en el XX y mi abuelo fue un hombre del XIX.
No digo que ocupe un lugar privilegiado, desde el cual me esté permitido observar esta época y las anteriores, pero esto es lo que tengo y no puedo darle la espalda.
No me encuentro en condiciones de hablar de mí con el desparpajo de otros, confiados en despertar sin mayor esfuerzo de su parte el interés de cualquier lector, porque mi biografía carece de los hechos relevantes, capaces de justificar la decisión de ponerme en el centro de un texto de cierta extensión. No emprendí grandes empresas, ni acumulé riquezas envidiables, ni participé en batallas trascendentes, ni sufrí tormentos imborrables, ni dejo grandes obras. De acuerdo a una elemental prudencia, debería mantenerme callado sobre la mayor parte de mis circunstancias personales, como ha sido la norma de mi producción literaria hasta la fecha.
Definitivamente, me siento más cómodo en el rol de cronista, que en el de protagonista. Se trata de una comprobación que ha terminado por imponérseme, no de una decisión. A diferencia del abismo engañoso del espejo, la ventana ofrece un panorama tan variado y sorprendente, que no alcanza una vida para abarcarlo en su totalidad. Por algún motivo, ese fue el título de una columna periodística que publiqué en El Imparcial de San Pedro, a mediados de los años `50.
Confío aprovechar este blog para describir el ámbito del barrio donde nací, de la ciudad provinciana y el país de la periferia donde crecí, durante el segundo tercio del siglo XX, el contexto represivo, pero también estimulante, donde bien o mal me formé, porque todo eso ha llegado a constituir un pasado que resulta inimaginable para las nuevas generaciones, y contiene personajes y conflictos que tuve la suerte de conocer y desaparecerían conmigo, si no logro anotarlos antes de que la memoria me falle. Los chacareros, la pintura de Antonio Berni de los años ´30, registra un conjunto de seres parecidos y les otorga una apariencia cotidiana y monumental, que el tiempo no ha dejado de confirmar.
En homenaje a esas figuras prescindibles, condenadas al olvido, en desafío al silencio que tarde o temprano habrá de imponerse sobre todos nosotros, doy comienzo a una escritura que tal vez no llegue a ninguna parte o tal vez despierte los recuerdos de otros, que serán bienvenidos e incorporados a mi texto.
Si el azar del blog me concede algún lector, le pido en este momento que me escriba sin preocuparse de la manera de hacerlo, para compartir con otros lectores sus experiencias de la vida en pequeñas comunidades de Argentina, durante el siglo XX. Sus testimonios y opiniones serán agradecidos.

He evocado mis reminiscencias, he resucitado, por decirlo así, la memoria de mis deudos (…), he querido apegarme a mi provincia, al humilde hogar en que he nacido, débiles tablas sin duda, como aquellas flotantes que en su desamparo se asen los náufragos. (Domingo Faustino Sarmiento: Recuerdos de Provincia)

1 comentario:

  1. Oscar ,realmente este encuentro me hace,revivir mi niñez ,pero por ahi a mi me toca mas de cerca por que yo regrese al barrio despues de muchos años pero siendo la vice directora y luego la directora de la escuela que tu abuelo donara el terreno para construirla

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